2021
Tirza Barría Catalán
Profesor Guía: José Rosas
En la segunda parte del siglo XIX, el Estado chileno inició una progresiva campaña de colonización en las tierras de la Arauco, las cuales durante tres siglos (s. XVI al XIX), constituyeron un espacio de frontera entre dos zonas: al norte del río Biobío y, al sur del río Toltén. Para lograr este cometido, el Ejército de Operaciones, primero desplazó y luego anuló la frontera. De manera paralela se fortalecieron instituciones, se crearon mecanismos e implementaron dispositivos para el asentamiento de colonos y la instalación de infraestructuras que colaboraron en la rentabilización del suelo a través del traslado de la producción y explotación de recursos naturales disponibles en la zona. En consecuencia, el Estado se hizo presente con su aparato burocrático para llevar a cabo la construcción de un nuevo territorio. La colonización implicó la distribución de tierras, para lo cual se levantaron una serie de mapas en los cuales se representan las formas y mecanismos de ocupación. Considerando que, para la segunda década del siglo XX, estos planos y croquis no conformaban una visión total de la envergadura de la colonización, se requirió contar con una cartografía capaz de exponer el registro completo de la labor que se venía desarrollando desde 1880, lo cual le permitía a los ministerios y departamentos del Estado, tener claridad con respecto a las tierras entregas y las que aún eran fiscales. Para ello se confeccionaron las llamadas Cartas Catastrales, siendo la primera la Carta general de colonización de la provincia de Cautín (en adelante carta de Cautín), a escala 1:100.000, publicada en 1916 y elaborada por Nicanor Boloña, al alero de la Inspección General de Colonización e Inmigración, fuente primaria y objeto de estudio de esta tesis. La carta no sólo reproduce una realidad topográfica, sino que también la interpreta. En este sentido y como menciona Harley (2007), su manejo como fuente histórica requiere de una aproximación critica para identificar la intención por la cual fue creada. Metodológicamente se aborda esta cartografía no sólo como un conjunto, sino también como una composición de diversas territorialidades. En este sentido los análisis del redibujo en capas de la carta de Cautín proporciona dos tipos de lectura sobre la organización y distribución territorial: una, es la visión unitaria que muestra el territorio como sistema coherente y homogéneo a escala provincial y la segunda, es la conformación de distintas formas de implantación, fragmentos sujetos a los factores naturales y a los mecanismos previstos por ley. La carta como instrumento, reafirma la ocupación territorial iniciada con la fundación de poblados para pasar al poblamiento a escala regional. Asimismo, da cuenta de la comprensión del espacio físico que permitió la instalación de las infraestructuras públicas, las cuales influirían en las dinámicas productivas entre la costa, el centro y la cordillera.