Autora: Francisca Avilés
Si bien caminar es el modo más natural de desplazamiento del ser humano –considerado una práctica social que es compartida por la mayoría de las personas– poco se ha considerado desde la arquitectura y el urbanismo el rol singular que desempeña en la conformación de experiencias particulares del paisaje, incluyendo las formas y modulaciones que la ciudad adquiere cuando es apreciada a través de este movimiento. El andar singulariza una manera de vivir el paisaje urbano que cuesta fijar, que es eminentemente volátil y es pura experiencia encarnada; un paisaje tejido por el cuerpo del caminante quien se encuentra totalmente inmerso en el espacio de la ciudad, a la vez que en diálogo con cada uno sus pasos. Considerando esto, el artículo explora la apreciación paisajística configurada en la caminata mediante la identificación de algunos de los elementos característicos de la experiencia pedestre, especialmente el movimiento corporal, la confluencia de distintas temporalidades, ritmos, y la percepción del espacio de la calle, recurriendo para ello a representaciones y reflexiones paisajísticas provenientes de campos artísticos y literarios. Estos atributos problematizan la discusión en torno a las nociones clásicas y más estáticas de paisaje para así abordar la especificidad de las configuraciones paisajísticas vividas en el movimiento. La experiencia del paisaje caminado permite reflexionar en torno a las relaciones mantenidas entre los cuerpos caminantes y la urbe, albergando el potencial de informar conceptualmente a las prácticas del diseño a partir de los usos y sentidos de la ciudad así vivida.
El paisaje caminado: experiencia y formas de la ciudad vivida a pie.